Tony Molina es sinónimo de canciones bonitas, concisas y directas al corazón. El veterano músico es una institución en la Bay Area de San Francisco tras militar en bandas de todos los palos, desde el punk al metal, y sobre todo por una interesantísima carrera en solitario que inició en 2013 con Dissed And Dismissed, entre el power pop más urgente y el emo de filiación pinkertoniana.
Si no conocías a Tony Molina este cuarto disco de estudio es ideal. Y es que el presente In The Fade sintetiza a la perfección en apenas 18 minutos todos sus trabajos hasta la fecha al combinar con mucho acierto piezas de pop con mucho fuzz (‘The Last Time’, ‘Fuck Off Now’ y ‘All I’ve Know’ te encantarán si eres fan del homónimo de Fountains of Wayne y los primeros Weezer), medios tiempos melancólicos (‘Burn Everyone’, ‘Four Sided Cell’) y canciones cercanas al folk, más acústicas (‘Don’t Be Far’ y las beatlelianas ‘Song For Friends’ y ‘Years Ago pt.2’) en la línea del precioso Kill the Lights de 2018.
Estas 14 piezas en ningún caso superan los dos minutos, un detalle nada anecdótico que marca la diferencia. Como las portadas en blanco y negro, otra constante en los discos de Tony Molina, que esta vez nos muestra a cuatro niños dispuestos a recoger muchos caramelos al grito de ‘truco o trato’.
Si las canciones son cortas, las letras son casi telegráficas. Con pocas palabras, sin rodeos, consigue transmitir mucho. Aunque azucaradas, estas canciones abordan el reverso complicado del amor (“Te dejo por última vez, no espero que lo entiendas”), desde la fragilidad (“No puedo soportar no volverte a ver, debería haberme quedado en casa”) pero también el doloroso desengaño (“Ella ya no es la que yo solía conocer”, “Todo lo que sabía parece hoy una mentira”).
Parido en plena pandemia, con grabaciones intermitentes debido a las restricciones, In the fade cuenta con la colaboración de numerosos amigos y amigas del músico, que para la ocasión recupera alguna idea para sus otras bandas (la más obvia es ‘Ovens Theme pt.4’) y se marca una versión reducida pero dignísima de ‘Fluff’, una pieza instrumental ideada por Iommi para el quinto trabajo de estudio de Black Sabbath.
En resumen, Tony Molina vuelve a entregarnos una colección de canciones infalibles y pegadizas que pasa en un suspiro, y lo hace tan bien que parece fácil cuando en realidad es muy difícil.
LUIS BENAVIDES