Pese a haber salido en la misma época que Mastodon, Baroness, Red Fang, con quienes comparten bastantes elementos en común, y de haber conseguido bastante repercusión mediática con su segundo álbum Meanderthal en 2008 (la revista Decibel lo escogió como su nº1 del año), Torche no han conseguido que su carrera despegara como la de sus colegas.
Lo cual no deja de ser paradójico teniendo en cuenta que de toda esa panda, son ellos los que cuentan con canciones más accesibles y pegadizas; su sonido fue incluso descrito, para mí exageradamente, como una mezcla entre Kyuss y Blink-182. Sea como sea, quizá porque no tienen un carisma o una imagen llamativa, porque no han tenido el respaldo de una gran multinacional o, vete a saber, si por la homosexualidad declarada de su frontman Steve Brooks, lo cierto es que el público no se ha acabado de enganchar a ellos y la banda de Miami sigue operando a un nivel bastante más discreto.
Y sinceramente, tampoco creo que esto vaya a cambiar con la aparición de su quinto disco Admission, pese a que podría enamorar a cualquier fan de las bandas antes mencionadas o de otras aún más populares como Foo Fighters o Queens Of The Stone Age. A pesar de que el álbum presenta la novedad de un cambio en la formación, con el bajista Jonathan Nunez colgándose la guitarra como sustituto de Andrew Elstner, y entrando Eric Hernandez a las cuatro cuerdas, su gusto por lanzar riffs de trazo grueso junto a una voz totalmente melódica sigue inamovible. De igual manera su competencia para ir alternando temas que optan por cadencias más sludge (‘Times Missing’, ‘Reminder’) junto a otras más veloces (‘From Here’, ‘What Wass’) sin que resulte incoherente vuelve a ser una de sus virtudes.
La robustez de su sonido se mantiene a lo largo de todo el álbum con el equilibrio perfecto entre saturación y nitidez, pero con un punto más luminoso que en su anterior Restarter. De todo el pack brillan en especial el tema titular y la final ‘Changes Come’, con un tratamiento en las guitarras casi shoegaze que les abre nuevas posibilidades para seguir evolucionando. La llama de la antorcha sigue viva.
JORDI MEYA