«Cuando juré haberlo visto todo, te vi a ti». Así termina ‘Come Heroine’, el tema que abre Lament y que, en cierta manera, marca el contenido del quinto disco de Touché Amoré. Si su anterior Stage Four, era un álbum sobre el luto, Lament viene a recordarnos el poder del amor.
Pero tratándose de un letrista de primera como Jeremy Bolm, estas canciones no recurren a los tópicos del ‘chico conoce chica’ o a pintarlo todo de color de rosa. No. Se trata de algo más real y cotidiano, en las que las relaciones de amistad tienen tanta importancia como las de pareja, y en las que las decepciones son tan inevitables como las alegrías. De hecho, en el último tema, ‘A Forecast’, con unas primeras estrofas cantadas sobre un piano, Bolm echa en cara a algunos de sus amigos que no le apoyaran en momentos difíciles con la excusa de «darle espacio». Y sin embargo, como conjunto, estos 35 minutos de música nos aportan algo de luz en estos tiempos oscuros.
Es una cualidad que ha acompañado el grupo desde sus inicios. Incluso cuando disparaban a saco esos temas de apenas 90 segundos, Touché Amoré te animaban a tirar adelante. En los once años transcurridos desde su debut …To The Beat Of A Dead Horse (regrabado el año pasado como Dead Horse X), la agresividad se ha ido matizando y su musicalidad se ha desarrollado a medida que alargaban sus canciones. ‘Limelight’, con el que marcan el récord de haber grabado un tema de 5 minutos, es un perfecto ejemplo de estos Touché más elaborados. La colaboración de Andy Hull de Manchester Orchestra los eleva a un registro nuevo que difícilmente podríamos imaginar en otra banda de screamo
Otra novedad es el protagonismo que adquiere la pedal steel guitar de Nick Steinhardt, en el final de ‘Limelight’, y sobre todo en ‘A Broadcast’, la que podríamos considerar la balada del disco, y que según ha contado Bolm fue inspirada por poemas Leonard Cohen.
Pese a haber recurrido a Ross Robinson, la personalidad de la banda prevalece. El productor que dio a conocer al mundo a Slipknot y Korn, no ha interferido en ese sonido más indie de guitarras que cuelan a menudo en sus canciones. Por ejemplo, hay una parte en ‘Feign’, en la que la línea de bajo y las guitarras limpias, suena más a The Cure (curiosamente otra banda que Robinson ha producido) que a cualquier banda de post hardcore. Si no fuera porque tenemos a Jeremy gritando encima, claro.
Comparado con Stage Four, aquí el vocalista grita más, pero al mismo tiempo encontramos más melodías que nunca. «Necesito recordatorios del amor que tengo, necesito recordatorios buenos o malos» canta en el estribillo de ‘Reminders’, el más pegadizo de su carrera. Y no muy atrás se quedan los de ‘Lament’, ‘Feign’ o ‘I’ll Be Your Host’. Pero tampoco faltan algunos arrebatos más fieros como ‘Exit Row’ o ‘Savoring’, en la que Elliot Babin pone a prueba la resistencia de sus parches de batería. Nueva munición para cuando algún día puedan salir de nuevo a la carretera.
Hasta entonces seguiremos disfrutando una y otra vez de Lament, la última piedra en una discografía impecable de un grupo que parece incapaz de hacer un álbum malo. ¿Y de cuántos podemos decir lo mismo?
JORDI MEYA