Comentaba en la reseña que escribí sobre Das Cabinet Des Dr. Caligari que tal vez había llegado el momento de empezar a buscar el ingenio de Toundra en sus aventuras fuera de su contexto habitual. Tanto la banda sonora que hicieron para la película de Robert Wiene como Exquirla (aquel proyecto junto a El Niño De Elche) demostraron que su música era capaz de adaptarse a otros terrenos.
Tal vez por eso mismo, y sin pretender ni mucho menos desmerecerlo, un disco como Vortex no me llegó a sorprender tanto como sí lo habían conseguido en capítulos anteriores. Llegados a su quinto trabajo, parecía que los madrileños ya habían explotado todas las posibilidades como grupo de post rock instrumental al uso. Y es que mantener la frescura después de 15 años de carrera no es tarea sencilla dentro de un estilo en ocasiones tan encorsetado.
Seguramente siendo conscientes de esto, Toundra se han vuelto a estrujar las neuronas para componer Hex. Producido una vez más por Santi García, ya sabréis a estas alturas que su primera cara la ocupa ‘El Odio’, una pieza de más de 20 minutos dividida en tres partes sobre la que gira el concepto del álbum. En la entrevista que publicamos hace unos días ya explicaban extensamente las motivaciones detrás de una trilogía que promete ser todo un viaje de emociones en sus próximos conciertos.
Tal y como nos llevan acostumbrando desde hace tiempo, sus temas no necesitan de letras para entender lo que quieren transmitir. Aunque cada una de sus tres divisiones bien podría funcionar de forma autónoma, es cuando las escuchas del tirón que consiguen darle un sentido completo. Evidentemente su faceta progresiva se acentúa más que nunca conduciéndonos a través de una montaña rusa de sensaciones. A ratos densa, en otros furiosa y cargada de rabia en contraste con su evocador desenlace donde se cuelan arreglos acústicos y de piano. Si tuviera que explicar a alguien cómo suenan Toundra, ‘El Odio’ bien podría servir como carta de presentación.
Tras escalar semejante montaña, uno podría pensar que las cuatro canciones restantes de Hex son un mero trámite para justificar el disco. Todo lo contrario. Lejos de ser puro relleno, la segunda mitad mantiene el nivel exhibido durante el primer acto. Incluso por momentos diría que lo supera. En ‘Ruinas’ Esteban y Macón están desatados con sus guitarras en una de las composiciones más directas de todo su catálogo. ‘La Larga Marcha’ parece avanzar con el freno de mano puesto hasta que llega otra de sus clásicas explosiones repletas de épica. Y en ‘Watt’ nos someten a otro vendaval de riffs destacando la inclusión de unos vientos disonantes generando una atmósfera aún más intensa.
Casi se agradece que en ‘FIN’ se despidan con un larga outro de ambiente relajante que te permite tomar aire después de enfrentarte a una obra que apenas concede momentos de tregua. Veremos si en el futuro aún pueden dar más de sí, pero por el momento Toundra siguen atreviéndose a proponerse nuevos retos y, lo que es aún mejor, superarlos con nota.
GONZALO PUEBLA