Ajenos a modas, eclecticismos, moralinas y demás tontadas contemporáneas, Tsjuder vuelven a la carga con el black metal más puro de la temporada. Al menos, entre el publicado en cualquier sello de los considerados grandes. Ocho años después de su anterior álbum, los noruegos demuestran en Helvegr que afortunadamente su reloj musical sigue parado en 1993, y de paso, nos regalan las mejores fotos promocionales en mucho, mucho tiempo.
A saco con ‘Iron Beast’ y que se aparten los posers. Luego toca bombardeo, metálico y bélico, y ese gatillo lo acciona ‘Prestehammeren’. Por increíble que parezca siendo tan talibanes, Nag y Draugluin partieron peras por discrepancias musicales con el batería Anti-Christian tras dos décadas juntos, así que en su sexto disco ha sido Jon Rice (Uncle Acid And The Deadbeats, Job For A Cowboy) el encargado de ponerse tras los parches. Escuchando una tromba escandinava como ‘Gamle-Erik’, imagino que ni los más quisquillosos le echarán de menos.
No sorprende que Seidemann de 1349 preste su voz en ‘Gods Of Black Blood’, porque la canción es muy de su palo. Y buenísima, un rato. Esos riffs podrían decapitar a cualquier niñato del post black sensiblero, e incluso bajando revoluciones en el tema título, Tsjuder demuestran estar por encima de cualquier aprensivo con camiseta de leñador. También de cualquier simple sucedáneo, sobra decirlo.
Para terminar, histeria y fuego purificador con ‘Faenskap Og Død’, y después de la bilis destructora, casi 3 minutos instrumentales para acabar de mandarte al infierno helado. El nivel durante todo Helvegr es alto, pero especialmente hay dos temas memorables: ‘Surtr’ y ‘Chaos Fiend’. Hasta el cliché de la recortada tiene esta segunda.
Inamovibles incluso dentro de lo inamovible.
PAU NAVARRA