A pesar de su fama conservadora e inmovilista, el hardcore siempre ha encontrado grupos que en momentos puntuales de su historia han ayudado a refrescar el género. Ahí están los ejemplos de Fugazi, Refused o At The Drive-In. Y aunque pueda sonar atrevido por la envergadura de los nombres, Turnstile llevan años reuniendo méritos para ser aceptados en tan selecto club.
Si bien el quinteto de Baltimore llevaba desde 2010 moviéndose por debajo del radar, su fichaje por Roadrunner y la posterior publicación de su segundo LP Time & Space hicieron que todas las miradas y esperanzas de la escena se posaran sobre ellos. Su imaginativa manera de incorporar elementos ajenos de estilos como el R&B, el pop o el rock alternativo de los 90 les colocaba como una de las formaciones más excitantes del momento, encontrando incluso replica a este lado del Atlántico.
Por si fuera poco, hace tan solo dos meses se encargaban de ponernos los dientes largos con el EP Turnstile Love Connection en el que avanzaban hasta cuatro cortes que estarían incluidos en su nuevo trabajo. Las expectativas apuntaban a que podríamos estar ante uno de los discos del año. Y así ha sido.
Hasta ahora sus influencias externas se manifestaban en forma de sutiles guiños o a través de interludios. Pero en esta ocasión Turnstile han sido capaces de llevarlas más lejos integrándolas con todas las de la ley en Glow On. Siendo consecuentes con sus ambiciones artísticas, en lugar de repetir con un productor tan solicitado últimamente como Will Yip, han apostado por Mike Elizondo. Un hombre que comparte esa amplia visión ecléctica al haber trabajado tanto con 50 Cent, Eminem, Twenty One Pilots o Ed Sheeran como con Mastodon y Avenged Sevenfold. Toda una declaración de intenciones.
Tomemos como punto de partida ‘Mystery’. A pocas bandas se les ocurriría arrancar un disco de este tipo con una introducción de teclados más propia del pop multicolor para que a los pocos segundos entre un sencillo riff de guitarra y Brendan Yates empiece a cantar en un tono marcadamente melódico. Su estructura adornada por un solo que parece sacado de un disco de thrash metal de los 80 es tan simple como adictiva. Primer minuto de partido y ya ganan por goleada.
A partir de aquí se van sucediendo las sorpresas en prácticamente cada uno de los cortes, sin dejar espacio para el aburrimiento. En ‘Fly Again’ y ‘Blackout’ aparece la alargada sombra de Jane’s Addiction (uno de sus principales referentes). Especialmente llamativas son las percusiones y el breakdown final que insertan en esta última. Como también lo es que cuelen una melodía de piano en medio de un tema tan trepidante y hasta bailable como ‘Don’t Play’.
Porque aquí los riffs de ‘Endless’ y ‘Wild Wrld’ te incitan a asaltar la pista para marcarte algunos pasos en versión hadcoreta. Atentos a ‘Dance-Off’. Tremendamente pegadiza y poseedora de otro solo que podría haberlo firmado el mismísimo Tom Morello. Y si quieres cera sin contemplaciones, ‘Holiday’ y ‘T.L.C.’ te la dan para que la pulas a tu gusto.
Pero como ya hemos dicho, no solo de la zapatilla viven estos chicos. En ‘Underwater Boi’ y ‘New Heart Design’ sacan a pasear su lado más descaradamente pop tirando de guitarras limpias cargadas de chorus. Por ahí transita ‘Alien Love Call’, su colaboración junto a Blood Orange. Una agradable pausa para la hidratación entre semejante festival de adrenalina.
Con Glow On Turnstile demuestran que el hardcore también puede servir para algo más que descargar testosterona en el pit. Su música invita al pogo y al desenfreno, pero siempre con una sonrisa en la cara. Solo queda por ver si, como los grupos mencionados al principio de esta reseña, su genialidad acabará explotando a su favor o implosionando en su contra. Por el momento, disfrutemos de una banda destinada a derribar límites dentro y fuera de su propia terreno.
GONZALO PUEBLA