Convertidos en inesperadas superestrellas gracias a su anterior álbum Blurryface, Tyler Joseph y Josh Dun optaron por la única opción posible para poder crear nueva música: encerrarse en su propio mundo. El título, ‘trinchera’ en castellano, ya da una idea clara de su voluntad de aislarse.
Con la única ayuda externa de Paul Meany, líder de Mutemath, que les ha ayudado en la composición y producción, Trench es quizá el disco más personal de Twenty One Pilots aunque sobre el papel sea el más fantasioso, una obra conceptual sobre una ciudad imaginaria, Dema, dominada por nueve obispos contra los que luchan un grupo de rebeldes llamado Banditos.
Es fácil imaginar que esa lucha no es otra que la que el propio Joseph ha vivido en su interior intentando navegar entre sus problemas mentales y la locura que implica la fama a esos niveles.
Todo ello queda plasmado en un disco más coherente, denso, profundo, oscuro, y un pelín demasiado largo, que su antecesor con el bajo, el flow a lo Eminem de Joseph y la pericia a las baquetas de Dun como elementos principales.
Lo más destacable vuelve a ser su capacidad para integrar diferentes estilos en un lenguaje propio y su gracia para usar la producción como si fuera un instrumento más.
Si bien cuenta con suficientes canciones con gancho (la agresiva ‘Jumpsuit’ donde suenan a Royal Blood, la bailonga ‘My Blood’, la amorosa ‘Smithereens’ o ‘The Hype’ con un estribillo a lo Oasis) hay otras donde se adentran en terreno menos accesible, sobre todo en las sombrías ‘Neon Gravestones’ o ‘Bandito’. Y es que, bajo esa apariencia de producto mainstream, Trench tiene bastante más miga para quien se decida a escucharlo sin prejuicios.
JORDI MEYA