Cuando escucho trabajos como Race Me pienso que la vida puede ser maravillosa. A veces suceden pequeños milagros como Ultimate Frisbee, una banda catalana de emo revival gestada por correo electrónico.
Se conocieron en Barcelona, pero la banda comenzó a coger forma hace unos cuatro años con sus dos integrantes separados por miles de kilómetros. El guitarra, Tadhg, estudiaba a caballo entre Londres y Pekín; mientras el batería, Borja, vivía en Sant Feliu de Guíxols y empezaba a hacer sus primeros pinitos en los estudios Ultramarinos Costa Brava. Ultimate Frisbee se materializó en el verano de 2017. Se juntaron en el local para acabar de cerrar algunos temas, dieron sus primeros conciertos y grabaron un par de demos en el ático de Borja. Ya con Tadgh de vuelta tras finalizar sus estudios la banda preparó su debut y entró en Cal Pau y Ultramarinos Costa Brava para grabar Race Me, un disco autoproducido y mezclado y masterizado por Santi y Victor García.
Esta primera referencia auspiciada por el sello independiente Saltamarges (Llacuna, Please Wait, Tano!) recupera sus dos primeros temas, la exultante ‘Senippah’ (que no es otra cosa que ‘happiness’ del revés) y ‘Traffic’, dos piezas que parecen escritas por unos American Football con 20 años menos (y más gamberros). Se nota que han mamado y mucho el llamado ‘sonido Philadelphia’ de bandas como Snowing, Algernon Cadwaller y Marietta en la impetuosa ‘Dandelion’, mi favorita por su sentimiento y dinámicas, y ‘Race Me’, presentada como una crítica romántica al capitalismo que nos empuja a competir en numerosos ámbitos de nuestra vida.
El corte encargado de cerrar este debut, ‘Teriyaki’, sorprende agradablemente al cocinar elementos en el papel tan alejados del emo como la electrónica y el hip hop. Al igual que la salsa asiática de la que toma prestado el nombre, este corte deja un muy buen sabor de boca. Agridulce, claro, como el buen emo.
LUIS BENAVIDES