Sin generar un gran revuelo, los barceloneses Viven se empezaron a ganar una más que respetable reputación dentro de nuestro underground con una obra tan fascinante como Las Tripas Y El Lodo. Aquella transición al castellano tras su debut El Solitario y un directo que te dejaba noqueado por su potencia, fueron captando adeptos poco a poco.
Pero por motivos de sobra conocidos y que no hace falta volver a explicar por enésima vez, su progresión ascendente se vio cortada de raíz en 2020. Quizás por ello, o porque algunos de sus componentes también han estado ocupados con otros proyectos como Ànteros o Playback Maracas, los cinco años que han permanecido ausentes se han hecho demasiado largos. Los suficientes para desear hincarle el diente a sus nuevas composiciones con todas nuestras ganas.
La espera finaliza con un Aquí En El Infinito que recoge buena parte de lo mostrado en sus dos anteriores referencias. Es verdad que se han despojado de la narrativa conceptual que hasta ahora enlazaba toda su obra, pero las ideas y temáticas que abordan se mantienen, así como un poderío instrumental al alcance de pocos combos de rock dentro de nuestro país. Registrados a medio camino entre Ultramarinos Costa Brava y Maracas Estudio a seis manos (las del sempiterno Santi García, Jorge Mur y el propio Eloi Martínez, batería de la banda), estos nueve cortes vienen a enriquecer todavía más una propuesta ya de por sí apabullante.
‘El Rey Esqueleto’ es la encargada de ponernos a danzar a las primeras de cambio. Seguramente sea la pieza más descaradamente inmediata que hayan firmado hasta la fecha. Un single de rock directo a la yugular del capitalismo más infecto, rematado con un estribillo contagioso y las excéntricas voces de Oriol Nieto (La Bossa d’Urina). A ‘Grande La Cruz’ se apunta Kantz (¿de verdad hace falta presentarle a estas alturas?) en otro disparo contra la hipocresía de las religiones.
Eso cuando ponen la quinta marcha, porque Viven saben jugar sus cartas y las ponen todas encima de la mesa. ‘Blanco’ transita por derroteros más pesados propios de Mastodon y Baroness. Mucho ojito al currazo que se han metido con las guitarras Daniel Soler y Rubén Martínez, por no hablar de la manera de interpretar de este último recordando a una versión rejuvenecida de Enrique Bunbury (menos cargante y afectada, eso sí). Y si ponen algo de freno en ‘La Calma’ es para desembocar en un final de altos vuelos.
Su fijación por el progresivo llega con ‘Aquí En El Infinito’. Un tema extenso dividido en dos actos. El primero es una escalada de intensidad continua con una base rítmica que echa humo (la pericia de Carlos Aranda al bajo poco tiene que envidiar a sus compañeros). Mientras, líricamente se reflexiona sobre la repetición constante de errores que repetimos a lo largo de nuestra existencia, arrastrándonos tanto de manera grupal como individual hacia un círculo vicioso. La segunda mitad expone un reverso dónde las guitarras ceden el mando a las teclas de los sintetizadores, órganos y pianos. Sin duda, estamos ante una de las cimas más altas de su cancionero.
La cosa no termina ahí, pues siguen empujando en ‘Realidades Paralelas’ (una vez más la labor de las guitarras es de quitarse el sombrero), ‘El Palmar’ y su sorprendente final con efecto vocoder incorporado, o ‘Era Pasividad’. Esta última contiene un extracto del libro The Rape Of The Mind de Joost Meerloo que culmina en una outro bailable a lo Daft Punk con arreglos de vientos. Finalizando de forma triunfal tenemos a Alain Martínez doblándole las voces a Rubén en ‘Hora Supernova’, otra crítica feroz en esta ocasión a la manipulación de los medios de comunicación.
Bastarán apenas un par de vueltas para confirmar que Viven no solo han regresado con toda la fuerza del mundo, sino dispuestos a subir el listón aún más arriba de dónde lo dejaron. Tenerles de vuelta en semejante estado de inspiración es de las mejores noticias que podían llegarnos en esta recta final del año. Que no vuelva a pasar un lustro para disfrutar de su ingenio.
GONZALO PUEBLA