Si echabas de menos el romanticismo gótico de HIM estás de enhorabuena. El debut en solitario de Ville Valo, bajo las siglas VV, podría haber sido perfectamente la continuación natural de Tears On Tape, el último disco que publicaron en 2013 antes de su separación.
Desde entonces han ocurrido muchas cosas, tanto a nivel musical como social, pero Valo parece haber estado congelado en los fríos aposentos de un castillo aislado de lo que pasaba en el mundo exterior. Sus nuevas composiciones retoman el mismo estilo y espíritu de su ex banda. Tiene su lógica teniendo en cuenta que él ya era su principal compositor y visionario, pero resulta curioso que no haya sentido la necesidad de empezar su carrera en solitario rompiendo con su pasado. Es cierto que el sonido es menos metal y más pop, pero la diferencia apenas está en unos grados de distorsión más que en el concepto. Incluso el título del álbum, Neon Noir, recuerda a esos juegos de palabras como Love Metal, Dark Light o Venus Doom que ya encontrábamos en su discografía.
Dicho esto, Valo conserva su habilidad para crear melodías impregnadas de melancolía que te seducen con esa voz que conjura una mezcla de suavidad y oscuridad. Sin sobresaltos, ni giros en el guión, el álbum fluye perfectamente a través de piezas como ‘Run Away From The Sun’, un hit en toda regla con un aire ochentero y un estribillo irresistible; la más guitarrera ‘Neon Noir’, que recuerda a ‘Wings Of A Butterfly’, tirando hacia el pop ‘Loveletting’ o ‘Saturnine Saturnalia’ donde vuelve a explorar aquella vieja aspiración de unir a Black Sabbath con Bon Jovi con una balada vampírica. Para el final deja la instrumental ‘Zener Soltaire’, puro neo clacisismo gótico, y la más épica ‘Vertigo Eyes’ con la que se va desvaneciendo poco a poco entre las tinieblas.
Parece claro que con este disco Ville Valo no tiene la intención de llegar a un nuevo público, sino de dar cobijo a todos los fans de HIM que se quedaron huérfanos. Si ese era su objetivo, lo ha cumplido con creces, pero si nunca te gustó su rollo, no hace falta ni que lo intentes.
MARTA PUIG