Watain ha sido siempre una banda ambiciosa, que no se ha puesto límites, con abierta vocación de trascender más allá de los círculos más cerrados del black metal. De alguna forma, su plan maestro empezó por ganarse el favor de la parroquia fundamentalista, para poco a poco salir del nicho y dejar de ser una formación de Throne Fest o Under The Black Sun para que, finalmente, ya ni siquiera nos sorprendiera verlos confirmados en un Primavera Sound.
Podríamos decir que el pequeño cisma se produjo en The Wild Hunt, álbum con el que se hicieron con uno de los contratos más suculentos que haya rubricado nunca Century Media, sino el que más, y ha continuado con su fichaje por Nuclear Blast para este The Agony & Ecstasy Of Watain, su séptimo largo. Conozco a una infinidad de blackers que tras esa obra han sido incapaces de reconciliarse con Watain, pero por el contrario, a raíz de ella precisamente son muchos más los consumidores ocasionales de metal extremo que ahora siguen sus pasos.
Todavía recuerdo cuando le sugerí a Erik Danielsson en Berlín que quizá habían hecho concesiones en cortes como ‘They Rode On’ (temazo, visto con perspectiva), y casi me cuesta el pescuezo… Cualquiera que presenciara su último tour por aquí más domesticados sí debió observarles, pero el caso es que, en términos musicales, los escandinavos siguen imprimiendo a cada obra su propia personalidad dentro de una discografía muy meditada, y The Agony & Ecstasy Of Watain no es una excepción.
Así, vaya por delante que no existe un álbum suyo con un trato de guitarras más elaborado que aquí, y ya no hablemos de ese generoso surtido de melodías suecas, cambios de ritmo, alternativas y riffs. La principal razón que explica esa riqueza se encuentra en que, en esta grabación en vivo dirigida por Tore Stjerna, por primera vez se ha dejado participar a otros miembros más allá de la trinidad que compone su núcleo duro. Es decir, por fin podemos escuchar también las labores de A. Lillo, H. Eriksson y E. Forcas en un disco de Watain, y vaya si se nota.
De acuerdo, la explosión y el ataque en tromba de ‘Ecstasies In Night Infinite’ recuerda demasiado a ‘Nuclear Alchemy’, pero luego la banda parece indicarnos que este álbum precisará de varias escuchas para acabar de sacarle el jugo, para adentrarse de verdad en su maldad. ‘The Howling’ es rocambolesca y violenta, todo un acierto, pero la negrura de ‘Serimosa’ no ha logrado conquistarme completamente y ‘Black Cunt’ tampoco pasará a la historia. Agradezco el esfuerzo compositivo, aunque a ambas les falta concretar y rematar.
Hay que ver la de vueltas que da la serpenteante ‘Leper’s Grace’, que se muestra virulenta e incisiva, para dar paso al lapso instrumental de ‘Not Sun Nor Man Nor God’. Es en ‘Before The Cataclysm’ donde empezamos a identificar los titubeos más serios, y eso que la abre un tornado y también se merece un respeto… Incluso considerando ‘We Remain’ uno de los momentos cumbre de este plástico, quizá el pilar sobre el que pivota el resto de obra gracias en parte a la voz de Farida Lemouchi (The Devil’s Blood, Molassess), llegamos al ciclón ‘Funeral Winter’ y sobre todo ‘Septentrion’ algo dispersos, pensando que Watain no han logrado trasladar completamente esa voluntad épica, incluso hímnica, a la que aspira esta recta final de álbum.
De verdad, sé qué han intentando, y es encomiable, pero no lo he notado dentro. En parte, mi corazón no ha respondido como debería.
Es muy probable que The Agony & Ecstasy Of Watain te deje frío de inicio. Que te decepcione si buscas la cólera punk de Lawless Darkness, o los ceremoniales que convergieron en Sworn To The Dark, o la magnificencia redonda de Casus Luciferi, pero puntos fuertes también los tiene, y como apuntábamos, ofrece una visión renovada de un grupo que nunca lanza el mismo artefacto.
Seguramente esa banda indomable que dormía con palomas muertas la noche antes de un show ya no volverá. Los años pasan para todo el mundo, pero furia demoníaca la seguimos encontrando, ya lo creo, y no seré yo el que reniegue de un combo que, en casi un cuarto de siglo de existencia, lo ha dado todo por destruir la jaula material y trasladar un mensaje de liberación espiritual a cuantas más almas mejor.
Eso por no hablar de su inquebrantable anhelo por devolverle al black su antigua gloria, sobre todo a niveles de público frente a un escenario.
PAU NAVARRA