Pese a que Nathan Williams, el cerebro detrás de Wavves, parece tener esa actitud tan slacker de los 90 de sudársela todo, algo debe importarle su carrera musical, cuando en 13 años ha sido capaz de publicar siete discos. Y si bien es cierto que ninguno de ellos es una obra maestra, al igual que este Hideaway, todos te proporcionan sus buenos momentos.
Moviéndose en ese triángulo cuyo vértices son el indie rock, el power pop y el surf rock, el de San Diego y sus acompañantes, nos ofrecen un álbum conciso de nueve temas en apenas media hora, muy adecuado para tomarte unas cervezas con los amigos mientras ves cómo se pone el sol. Sus canciones tampoco requieren que les prestes demasiada atención porque entran solas. Construidas sobre unas estructuras sencillas, melodías familiares, pero resultonas, y ese aire despreocupado, incluso te pasará por alto que sus letras reflejan estar escritas por un tipo que no está del todo bien.
«No me importa si el tiempo me está borrando, ha sido una tortura existir tanto tiempo», canta en el estribillo de ‘Hideaway’ -un tema que podrían haber firmado PUP- o «Intento mover un muro, pero todo sale mal, y no puedo encontrar a nadie. Siento que me estoy muriendo, siento que me estoy muriendo» en la retro ‘Honeycomb’, pero lo cierto es que la música te lleva a pensar lo contrario. Y es que ya sea con el ritmillo medio country de ‘The Blame’ o el rollo noventero de ‘Marine Life’, Hideaway te lleva más a bañarte en la piscina que a ahogarte en ella.
MARC LÓPEZ
