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WAXAHATCHEE – ‘Tiger’s Blood’

Una cantautora que definitivamente ha encontrado su sitio.

En su sexto álbum como Waxahatchee, Katie Crutchfield prosigue adentrándose en la americana haciendo de sus inicios de indie lo-fi un recuerdo cada vez más borroso.

Tras su aclamado Saint Cloud de 2020, la de Alabama no regala otra docena de grandes canciones en las que se muestra como una cantautora que a sus 35 años definitivamente ha encontrado su sitio. Arropada de nuevo por el productor Brad Cook (The Menzingers, Hurray For The Riff Raff) y una pequeña banda en la que encontramos a Phil Cook a los teclados y banjo, Spencer Tweedy (sí, el hijo de Jeff) a la batería y a MJ Lenderman de Wednesday a la guitarra y segundas voces, Crutchfield ha creado un álbum aún más convencional y tradicional que el anterior en el que las canciones son el principio y el fin de todo. Sin adornos, sin coartadas.

Siguiendo las huellas de maestros como Neil Young o Tom Petty en temas como ‘Burns Out At Midnight’ o ‘Evil Spawn’, a ratos también parece querer tomar el relevo de la Sheryl Crow más country en ‘Bored’ o ‘The Wolves’ o inspirarse en R.E.M. en esa deliciosa entrada de ‘Crowbar’ para forjar un trabajo que va a ganando en cada escucha a medida que te vas familiarizando con los matices que aporta cada músico.

Tiger’s Blood es austero en arreglos, pero cada uno está hecho con un gusto exquisito con los punteos de las guitarras eléctricas y la slide guitar dando color a la calidez de las acústicas y sin entorpecer la voz en ningún momento. La máxima expresión de este modus operandi es ‘Right Back To It’, sin duda la joya de la corona del álbum, donde las voces de Crutchfield y Lenderman reposan sobre un banjo que te lleva plácidamente meandro abajo.

JORDI MEYA