La pasión por los vestigios más clásicos del heavy y la fijación por la a menudo ninguneada Alemania de los 80 llevó a Mark Wild de Körgull The Exterminator a fundar Whirlwind, un nuevo grupo que no es que emule esa época dorada, no… Es que si te dijeran que su debut 1714 fue lanzado en 1986, te lo creerías sin rechistar.
Fijando el álbum conceptualmente en el sitio y posterior caída de Barcelona a manos de las tropas borbónicas durante la Guerra de Sucesión, 1714 te pone en épica situación desde su misma intro. Después, la primera guitarra de ‘The Call’ te remite a una de las mayores obsesiones de Mark y a la gran influencia de esta formación: Running Wild. Los gloriosos Running Wild.
Grabada por Javi Félez en Moontower Studios y masterizada por Partrick W. Engel, el maestro actual del sonido vintage, la opera prima de Whirlwind te traslada felizmente a una era que ya sólo perdura en la memoria de un núcleo muy reducido de creyentes, en la que los solos y los riffs electrizantes eran de capital importancia, y los coros y estribillos siempre emocionaban. Canciones como ‘Under Siege’ tienen mucho mérito, y cuando te preguntas dónde está ese speed metal también prometido, ‘Rebels Arise!’ acelera el disco en el momento propicio.
Son tiempos extraños en los que puede que los 51 minutos que dura este álbum se les atraganten a algunos, pero Whirlwind no es una banda para personas ceñidas a este siglo infecto. Me apostaría un brazo y parte del otro a que a la vieja guardia (real) le encantarán las continuas referencias a Accept, o incluso el homenaje directo a Helloween (‘Torture, Knife & Fire’ y ese solo indisimulado de ‘Immortal Heroes’…). Bravo por el vocalista Héctor Llauradó; qué perfecta llega a ser ‘Cannons Of Infuriation’.
Este álbum es como si el mítico Rock ‘n’ Rolf hubiera fallecido y algún sobrino o allegado hubiera desempolvado las viejas cintas de su juventud, encontrando casi una docena de joyas olvidadas durante decenios.
PAU NAVARRA