¿A quién no le gustaría haber estado en la grabación de alguno de sus discos favoritos? Sobre todo de aquellos en los que sabemos que su creación fue tan interesante como el resultado final y marcó un punto de inflexión en la carrera de una banda. En el caso de Yankee Hotel Foxtrot, el cuarto disco de Wilco, tenemos la certeza que así fue
Publicado originalmente el 18 de septiembre de 2001, el álbum llegó marcado por varios factores significativos como la construcción de su propio estudio de grabación, The Loft, en Chicago, la ruptura con el sello Reprise (aunque posteriormente ficharían por Nonesuch, otro sello que también forma parte de la estructura de la multinacional Warner); las discrepancias con el batería Ken Coomer y el guitarrista Jay Bennett (ambos acabarían dejando el grupo), o el consumo de opiáceos por parte de un Jeff Tweedy torturado por sus migrañas.
Pero por encima de todo, Yankee Hotel Foxtrot fue fruto de la obsesión de Tweedy por darle un vuelco a su sonido y deshacerse de cualquier atadura con la etiqueta ‘americana’, a la que se le había asociado tanto a su anterior banda, Uncle Tupelo, como a los tres primeros discos de Wilco, y hacer música más abstracta y poética. «Quería hacer algo que no hubiera escuchado antes. No todo el mundo quiere hacer eso. Suena tonto decirlo y es difícil hacerlo; en realidad, es casi imposible», comenta Tweedy en las notas interiores del disco.
Si el excelente documental de Sam Jones I Am Trying to Break Your Heart: A Film About Wilco reflejaba la tensión entre su intención y la resistencia que encontró en el seno del grupo y su discográfica, esta expansiva reedición del disco (su Super Deluxe Edition incluye hasta 82 temas inéditos entre tomas alternativas y en directo) nos permite escuchar el camino recorrido y las víctimas que quedaron en el camino.
Bajo el título genérico Building Yankee Hotel Foxtrot encontramos diferentes versiones del disco que podría haber sido y no fue, American Aquarium, Here Comes Everybody y The Unified Theory of Everything. ¿Es alguna de ellas superior al álbum que conocemos desde hace 21 años? Posiblemente no, pero tampoco mucho peores. Resulta muy interesante escuchar cómo una misma idea es pasada por diferentes filtros, algunos más cercanos a la psicodelia, otros al garaje, incluso al country, para acabar en su forma final, mucho más desnuda y minimalista, pero sin perder, en casos como ‘Kamera’ o ‘Heavy Metal Drummer’, su gancho pop.
En esa evolución se apunta como decisiva la intervención de Jim O’Rourke, contratado inicialmente como mezclador y que acabó tomando las riendas de la producción. Gracias a su visión más vanguardista, se convirtió en el aliado necesario para que Tweedy llegara hasta su meta creando un disco que podríamos calificar como el Kid A de Wilco.
Un directo grabado en julio de 2002 en The Pageant en St. Louis, en las que sus nuevas composiciones como ‘War On War’ o ‘I’m The Man Who Loves You’, funcionaban a la perfección con sus anteriores temas como ‘She’s A Jar’ o ‘A Shot In The Arm’, deja constancia que pese a su transformación, la banda seguía siendo un cañón en directo.
Si bien hay que ser muy fan, y tener mucho tiempo, para sumergirse en esta reedición, quien lo haga seguro que no querrá salir de ella en unos meses.
JORDI MEYA